"Cuando quedas atrapado en la destrucción,debes abrir una puerta a la creación. ...Soy lo que soy."

"Me niego a vivir en un mundo ordinario...como una mujer ordinaria.
A establecer relaciones ordinarias.
Necesito el éxtasis.
Soy una neurótica, en el sentido de que vivo mi mundo.
No me adaptaré al mundo...me adapto a mi misma"...
(Anaís Nin)

lunes, 26 de marzo de 2007

CHARLES BAUDELAIRE

Correspondencias

La Naturaleza es un templo cuyos vivientes pilares,
dejan a veces escapar confusas palabras.
El hombre posa allí a través de bosques de símbolos,
que lo observan con miradas familiares.
Como largos ecos que de lejos se confunden
en una tenebrosa y profunda unidad
—vasta como la noche y como la luz—
los perfumes, los colores y los sonidos se responden.
Hay perfumes frescos como carne de niño,
dulces como los oboes, verdes como las praderas.
Y hay otros corrompidos, ricos y triunfantes,
que tienen la expansión de las cosas infinitas,
como el ámbar, el almizcle, el benjuí y el incienso,
que cantan los transportes del espíritu y los sentidos.




El Gato

Ven, hermoso gato, sobre mi pecho amoroso:
retiene las garras de tus patas y déjame sumergir
en tus hermosos ojos, en los que se mezclan
el metal y el ágata.
Cuando mis dedos acarician a su antojo,
tu cabeza y tu lomo elástico, y mi mano se embriaga
con el placer de palpar tu cuerpo eléctrico,
veo a mi mujer en espíritu; su mirada,
como la tuya, amable bestia, profunda y fría,
como un dardo hiende y corta, y, de los pies a la cabeza,
un aire sutil, un peligroso perfume,
flota alrededor de su cuerpo moreno.




Epígrafe para un Libro Condenado

Lector apacible y bucólico,
sobrio e inocente hombre de bien,
arroja este libro saturniano,
orgiástico y melancólico.
Si no has estudiado tu retórica con Satán,
el astuto decano, ¡arrójalo!
No comprenderás nada de él,
o me creerás histérico.
Pero si, sin dejarte hechizar,
tu pupila sabe sumergirse en los abismos,
léeme, para aprender a amarme;
alma curiosa que sufres
y andas en busca de tu paraíso
¡compadéceme! Sino, ¡yo te maldigo!



La Destrucción

A mis costados, sin cesar, se agita el Demonio;
flota alrededor mío como un aire impalpable;
lo aspiro y siento que abrasa mis pulmones
y los llena de un deseo eterno y culpable.
A veces toma (conoce mi gran amor por el Arte)
la forma de la más seductora de las mujeres
y, bajo especioso pretexto de aburrimiento,
acostumbra mis labios a filtros infames.
Me conduce así lejos de la mirada de Dios,
jadeante y rendido de fatiga, en medio de las
llanuras del Hastío, profundas y desiertas,
y lanza a mis ojos llenos de confusión
¡vestidos manchados, heridas abiertas
y el parto sangriento de la Destrucción!



Remordimiento Póstumo

Cuando duermas, mi bella tenebrosa,
en el fondo de un monumento construído,
en mármol negro, y no tengas por alcoba
y mansión más que una bóveda lluviosa
y una fosa profunda; cuando la piedra,
oprimiendo tu pecho miedoso y tus flancos
que ablanda una molicie encantadora,
impida a tu pecho latir y querer
y a tus pies seguir su curso aventurero,
la tumba, confidente de mi sueño infinito
—porque la tumba siempre comprenderá al poeta—
durante esas largas noches de las que el sueño,
ha sido desterrado, te dirá: "¿De qué te sirve,
cortesana imperfecta,
no haber conocido lo que lloran los muertos?"
—Y el gusano roerá tu piel, como un remordimiento.

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