"Cuando quedas atrapado en la destrucción,debes abrir una puerta a la creación. ...Soy lo que soy."

"Me niego a vivir en un mundo ordinario...como una mujer ordinaria.
A establecer relaciones ordinarias.
Necesito el éxtasis.
Soy una neurótica, en el sentido de que vivo mi mundo.
No me adaptaré al mundo...me adapto a mi misma"...
(Anaís Nin)

lunes, 26 de marzo de 2007

PAUL VALÉRY

El Cementerio Marino
Con tranquilo latir el techo asoma
Entre el pino y la tumba, y la paloma.
El justo Mediodía en fuegos parte
El mar, el mar, que inacabable empieza.
¡Tras una idea oh premio y oh largueza,
Paz de los dioses, lento contemplarte!


Fino labor de chispas mil consume
Cuanto diamante imperceptible espume,
¡Y qué sosiego en sí se crea y cabe!
Cuando sobre el abismo un astro pausa,
Trabajos puros de infinita causa,
Destella el tiempo y el ensueño sabe.
Firme bien, templo simple de Minerva,


Mole de paz y lúcida reserva,
Aguas señeras, Ojo de cejas
Que en tanto fuego velas tanta calma,
¡Oh mi silencio! . . . ¡Torre en el alma,
Mas cima y oro, Techo de mil tejas!
Tiempo?Dios, un suspiro ya te expresa,
Y al puro punto mi subir profesa;


De mi visión marina me rodeo,
Y cual mi ofrenda a la deidad de lumbre
Soberano desdén sobre la cumbre
Va sembrando el sereno centelleo.
Como en goce la fruta se resuelve,
Como su ausencia exquisitez se vuelve
En cuanta boca su apariencia muera,


El humo que seré ya se levanta,
Y el cielo al alma consumida canta
La pérdida en rumor de la ribera.
¡Veme cambiar, certero cielo hermoso!
Tras tanto orgullo extrañamente ocioso,
Mas lleno de poder, venga a mis sienes
Este espacio, este sol. sobre las casas


De los muertos, mi sombra, cuando pasas,
Me adiestras en tus frágiles vaivenes.
Con alma expuesta al admirable fuego
Sufro tu armada luz y no me entrego,
¡Oh justicia que nunca remitiste!
Pura te vuelvo a tu lugar primero, i
Mírate! ... Devolver la luz empero


Supone una mitad de sombra triste.
¡Oh a mí, para mí mismo, igual e inverso,
Si un fervor tiembla, sí despunta un verso,
Entre el vacío y el suceso puro
Espero el eco de mi fuerza interna,
Amargo y negro canto de cisterna,
Hueco en el alma sin cesar futuro!


¿Sabes, falso cautivo de las hojas
Que en sal mordaz las flacas rejas mojas,
A mi ceguera arcanos refulgentes,
¿Quién me arrastra a final y ociosa cita.
A esta tierra de huesos quién me invita?
Una centella piensa en mis ausentes.
Sacro en tu fuego inmaterial, me agradas


Con tus tierras a soles entregadas,
Lugar de antorchas que de insectos zumbas,
Y oro mezclas y piedra y sombra, cuando
Entre pinos el mármol va temblando;
El mar fiel duerme aquí sobre mis tumbas.
iFúlgida perra, idólatras ahuyenta!
Si solitaria la sonrisa y lenta


Apacentando voy los misteriosos
Blancos rebaños de mis tumbas quietas,
Aleja de ellas tórtolas discretas,
Ensueños vanos, ángeles curiosos.
Aquí es el porvenir ocio perfecto.
Rasca la sequedad en neto insecto;


Todo es quiebra y ustión, todo lo apura
El aire en no sé qué severa esencia...
La vida es vasta en su ebriedad de ausencia,
Y el pensar claro, y suave la amargura.
Bien le está al muerto oculto un cautiverio
Que caldea y enjuga su misterio.

Mediodía allá arriba, llama quieta,
Se piensa y place en sí, consigo entona.
Frente cabal, incólume corona,
Yo soy en tí la mutación secreta.
Para asumir tu espanto a mí me quieres.
Mi contrición, mis dudas, mis deberes
La mancha son de tu diamante ingente...


Mas ya en su noche que la piedra agrava
Y el hondo pino entre raíces traba
Vaga nación te imita lentamente.
Una carencia espesa los abraza,
Roja arcilla bebió la blanca raza;
Don de vivir, las flores te heredaron.
¡Oh de los muertos frases familiares,


Privadas artes, almas singulares!
Hilan larvas por donde ojos lloraron.
Altos gritos de mozas cosquilladas,
Pupilas, dientes, pálpebras mojadas,
Pechos en flor que juegan con el fuego,
Labios que en sangre al desmayar se encienden,


Dedos que el favor último defienden,
¡Todo baja a la tierra y vuelve al juego!
Y tú, grande alma, dime:
¿acaso aspiras A un sueño sin colores de mentiras
Como al ojo carnal los de onda y oro?
¿Cantarás cuando seas humareda?
¡Todo huye, ve! Mi piel ya no me hospeda;


La impaciencia murió, santo tesoro.
Magra inmortalidad, no me consueles
Con oros negros y hórridos laureles.
De muerte haces regazo, haces materna Piedad.
¿Quién cree esa fábula mendiga?
¿Habrá quien no os conozca ni os maldiga,
Cráneo vacío y risa sempiterna?


Hondos padres, cabezas asoladas
Que bajo tanto peso de paladas
Sois la tierra y mi marcha confundida,
El verdadero, irrefutable verme
No es para aquel que bajo losa duerme:
¡Es el mío sin fin, vive de vida!
¿Cómo llamarlo, amor u odio?


Oscura Tanto se acerca a mí su mordedura
Que ya condice a todo apelativo.
Y no importa. El ve, quiere, sueña, toca,
Y hasta en mi lecho presa de su boca,
Vivo de ser esclavo de ese vivo.
¡Zenón, cruel Zenón, Zenón de Elea!
Ante esa alada flecha que cimbrea


Y vuela sin volar, ¿quién halla fuga?
Crea el son, mata el dardo.
Vana meta Del alma a pasos de gigante quieta,
¡Qué sombra el sol, qué sombra de tortugal
¡ No, no! ... ¡De pie en la era sucesiva!
Rompe, cuerpo, esta forma pensativa;
Aspira, pecho, ese frescor naciente.


El viento por las olas exhalado
Me devuelve mi alma ... ¡Oh dios salado!
¡Corro a la onda a resurgir viviente!
Sí, delirante mar, piel de pantera,
Peplo que una míríada agujera De imágenes del sol,
hidra infinita Que de su carne azul se embriaga y pierde
Y que la cola espléndida se muerde


En un tumulto que al silencio imita,
¡Tratemos de vivir, lo manda el viento!
Abra y cierra mi libro el grande aliento,
Rota la ola audaz se alza en añicos.
¡Oh páginas, volad, oh deslumbradas!
¡Quiebren las aguas, quiebren alegradas
El techo en paz de foques como picos!



Charmes, 1922.

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