"Cuando quedas atrapado en la destrucción,debes abrir una puerta a la creación. ...Soy lo que soy."

"Me niego a vivir en un mundo ordinario...como una mujer ordinaria.
A establecer relaciones ordinarias.
Necesito el éxtasis.
Soy una neurótica, en el sentido de que vivo mi mundo.
No me adaptaré al mundo...me adapto a mi misma"...
(Anaís Nin)

sábado, 24 de marzo de 2007

WILLIAM SHAKESPEARE

Sonetos de Amor
Por William Shakespeare

LXII

El pecado de amarme se apodera de mis ojos,
de mi alma y de mí todo; y para este pecado
no hay remedio pues en mi corazón echó raíces.
Pienso que es el más bello mi semblante, mi forma,
entre las puras, la ideal; y mi valor tan alto conceptúo
que para mí domina a todo mérito.
Pero cuando el espejo me presenta, tal cual soy,
agrietado por los años, en sentido contrario
mi amor leo que amarse siendo así sería inicuo.
Es a ti, otro yo mismo, a quien elogio,
pintando mi vejez con tu hermosura.


LXV
Si la muerte domina al poderío de bronce,
roca, tierra y mar sin límites,
¿cómo le haría frente la hermosura cuando
es más débil que una flor su fuerza?
Con su hálito de miel, ¿podrá el verano
resistir el asedio de los días, cuando peñascos
y aceradas puertas no son invulnerables para el Tiempo?
¡Atroz meditación! ¿Dónde ocultarte,
joyel que para su arca el Tiempo quiere?
¿Qué mano detendrá sus pies sutiles?
Y ¿quién prohibirá que te despojen?
Ninguno a menos que un prodigio guarde
el brillo de mi amor en negra tinta.


LXXI

Cuando haya muerto, llórame tan sólo mientras
escuches la campana triste, anunciadora al mundo
de mi fuga del mundo vil hacia el gusano infame.
Y no evoques, si lees esta rima, la mano que la escribe,
pues te quiero tanto que hasta tu olvido prefiriera
a saber que te amarga mi memoria.
Pero si acaso miras estos versos cuando del barro
nada me separe, ni siquiera mi pobre nombre digas
y que tu amor conmigo se marchite, para que el sabio
en tu llorar no indague y se burle de ti por el ausente.


XCIU
Nos se vanaglorian de la estirpe, del saber,
el vigor o la fortuna; otros, de la elegancia extravagante,
o de halcones, lebreles y caballos; cada carácter un placer
comporta cuya alegría a las demás excede;
pero estas distinciones no me alcanzan pues tengo
algo mejor que las incluye. En altura, tu amor vence
al linaje; en soberbia al atuendo; al oro en fausto;
en júbilo al de halcones y corceles. Teniéndote,
todo el orgullo es mío.
Mi única miseria es que pudieras quitarme
todo y en miseria hundirme.



XCIV
Tu capricho y tu edad, según se mire,
provocan tus defectos o tu encanto;
y te aman por tu encanto o tus defectos,
pues tus defectos en encanto mudas.
Lo mismo que a la joya más humilde valor
se da en los dedos de una reina, se truecan
tus errores en verdades y por cosa legítima se tienen.
¡Cómo engañara el lobo a los corderos,
si en cordero pudiera transformarse!
Y ¡a cuánto admirador extraviarías,
si usaras plenamente tu prestigio!
Mas no lo hagas, pues te quiero tanto
que si es mío tu amor, mía es tu fama.


CVI
Cuando en las crónicas de tiempos idos
veo que a los hermosos se describe
y a la Belleza embellecer la rima que elogia a damas
y señores muertos, observo que al pintar de sus dechados la mano,
el labio, el pie, la frente, el ojo,
trataba de expresar la pluma arcaica
una belleza como la que tienes.
Así, sus alabanzas son presagios de nuestro tiempo,
que te prefiguran, y pues no hacían más que adivinarte,
no podían cantarte cual mereces.
En cuanto a aquellos que te contemplamos
con absorta mirada, estamos mudos.


CXXIII
Tiempo, no has de jactarte de mis cambios:
alzas con nuevo brío tus pirámides y
no son para mí nuevas ni extrañas sino
aspectos de formas anteriores.
Por ser corta la vida, nos sorprende lo antiguo
que reiteras y que impones, cual si fuera lo nuevo
que deseamos y si no conociéramos su historia.
Os desafío a ti y a tus anales; no me asombran
pasado ni presente, pues tus anales y lo visto engañan
al transformarse mientras te apresuras.
Por mí, te juro que he de ser constante a
pesar de tu hoz y de ti mismo.


CXLVI
Pobre alma, centro de culpable limo a la que burla,
indócil, quien la ciñe, ¿por qué adentro sufrir afán
y hambre si pintas lo exterior de alegre lujo?
Si el contrato es tan breve, ¿por qué gastas ornando
tu morada pasajera? ¿Tendrá por fin tu cuerpo
sustentar al gusano que herede tu derroche?
Vive, alma, a expensas de tu servidor;
que aumenten sus fatigas tu tesoro;
y cambia horas de espuma por divinas.
Sé rica adentro, en vez de serlo afuera.
Devora tú a la Muerte y no la nutras,
pues si ella muere, no podrás morir.

No hay comentarios: